Comenzaremos por leer “Casa tomada” de Julio Cortázar pero antes pregunta: ¿alguien lo leyó en la secundaria? Se levantan unas cuantas manos. Nos encontramos ante un relato al menos conocido por muchos de los que estábamos ahí. Sin más, nos lanzamos en el torbellino de la literatura escuchando y siguiendo, con la mirada en el texto, la voz de Verónica. El silencio reinaría, si no fuera por esa historia siempre vieja y fresca que se nos presta una vez más o por primera vez.
Terminamos de leer. La consigna ahora es que cada uno escriba preguntas que le haría al texto. La puesta en común es inaugurada por las preguntas de Dafne: ¿quién toma la casa? ¿Por qué no se imponen ante ellos y los echan o defienden su propiedad? Luego siguieron los demás: ¿Eran ellos realmente los propietarios? ¿Eran inquilinos? ¿Realmente se querían quedar? ¿Por qué no corroboran si realmente hay alguien? Parecieran rendirse ante una sospecha. ¿Qué pierden realmente cuando pierden la casa? ¿Serán sus propios miedos los que toman la casa?
Ayelén: "el texto, ¿estará escrito con otro fin que el literario? (por ejemplo, expresar una idea, protestar…)". Jazmín sugiere el exilio por la resignación presente en el relato y las puertas que se van cerrando. Hay quien propone una hipótesis del relato como metáfora de la vida (podríamos decir que en todo caso sería una metáfora de una vida en particular en la que la resignación y la derrota imprimen su huella). Lucía pregunta “¿si esto fue escrito en el 39’, no podría referirse a la guerra mundial, al nazismo? A partir de estas hipótesis aparecían algunas observaciones que buscaban explicarlas: resignación, impotencia, sometimiento, invasión, imposibilidad de cuestionar, pérdida de lo propio (los recuerdos, las aficiones), eran sentidos que podían asociarse a los momentos aludidos por las referencias históricas de estas hipótesis. No obstante, diferenciamos la ubicación de la ficción respecto del tiempo de la escritura, y discutimos un largo rato sobre la fortaleza o la debilidad de lecturas que fijen este texto a un episodio histórico puntual.
Siguieron las preguntas, ¿Por qué vivían encerrados? ¿Por qué no buscaban ayuda? ¿Por qué literatura francesa? ¿Por qué la obsesión con el tejido?
Luego debatimos cómo podríamos relacionar y clasificar las distintas preguntas. “Hay preguntas más "terrenales" y otras más ideológicas” dijo alguien para distinguir aquellas por las motivaciones de los personajes en relación con el argumento central y las que en un plano más particular, permitían una lectura más asociativa: las del tejido, la literatura francesa, la filatelia. También diferenciaron lógicamente aquellas preguntas que ya eran posibles pasos en la elaboración de respuestas a preguntas anteriores.
Ahora la propuesta es elegir en grupo las preguntas que más les interesan, releer el cuento e investigar las respuestas que sugiere sobre ellas. Deben elaborar breves textos que expliquen lo hallado.
A la par que un grupo ya terminó con su respuesta, otros intentan ponerse de acuerdo en qué preguntar. Sin embargo, responden y a la vez dialogan sobre ciertas preguntas y no todas. Cuesta volver al texto, releer y argumentar desde esa segunda lectura. Aparecen más inquietudes: ¿Por qué finalmente cierra con llave y la tira a la alcantarilla? ¿Por qué preocuparse por quien entrare a robar? Se revisan lecturas: se deja a un lado la cuestión del nazismo y aparece el miedo a quedar atrapados, el deseo oculto por salir, la necesidad de excusas.
Tomamos las hipótesis de un grupo que todavía no había podido escribir para planificar entre tod@s la escritura de un texto si no de análisis todavía, al menos de comentario sobre el relato; pensamos algunas estrategias para un proyecto de expansión del texto. Partimos de una afirmación propuesta por Candela como síntesis del relato “El cuento sugiere la idea de que los invasores fueron corriendo a los dueños de la casa hasta dejarlos afuera sin que estos den batalla.” A partir de allí, otros compañer@s señalaron partes de esa afirmación que podían ponerse entre signos de interrogación, que cabía explicar y no solo nombrar. Y a su vez, cada cuestionamiento de lo afirmado se particularizaba en interrogativos diversos: ¿Invasores? pregunta ¿quiénes son?, antes ¿existen?, ¿qué representan?, ¿qué buscan?, ¿qué sé (qué me dice el texto) sobre ellos?, ¿por qué "invasores"?
Esta es una posible manera de comenzar a escribir sobre un literario pero no hay por qué empezar definitivamente por estas palabras, no hay por qué escribir en el orden del texto (pueden elaborarse párrafos sueltos y luego buscar entre ellos la secuencia de nuestro pensamiento), hablamos de la necesidad de imaginarse y seducir a un lector. Seguimos reflexionando un poco más acerca de cómo escribir en relación al tipo de escritura crítica o académica que nos exigen en el profesorado (monografía y ensayo principalmente).
Recreo
(ma non tropo)
Al regresar, los ingresantes comentaron las distintas lecturas de “Casa Tomada” que habían realizado en el secundario. Surgieron lecturas más sicológicas, otras más técnicas. Nos detuvimos en la lectura política. Luego, leímos el fragmento de una entrevista a Cortázar donde comenta por qué escribió el cuento y qué opina de la lectura política. Tatiana comenta que está bueno este juego en el que el escritor se vuelva lector de su propia obra, y se ponga del mismo lado que nosotros. Candela agrega que deja la puerta abierta, una vez terminada la obra el autor se vuelve su propio lector. Aquí Vero recuerda el tema que habíamos hablado uno de los encuentros anteriores acerca de la “muerte del autor”. Candela reflexiona acerca de que una vez que una obra está terminada, queda abierta (y juega a conciencia con el título del libro de Eco).
Y ahora… ¡consigna de de escritura! Nos relajamos, nos ubicamos en la ropa, los espacios, el cuerpo, las personas a nuestro alrededor no más allá de nuestros doce años. Vamos a escribir sobre un/os recuerdo/s de hasta los doce, el primero que venga llamado por una de estas palabras: tren, paperas, babosa, cordón de la vereda, beso, helado, insulto, arena, pared, tronco, cachetada.” La idea es que traten de poner en palabras el recuerdo recuperando sensaciones, olores, sonidos… Condición: no literaturizar, mejor que eso, ser lo más leal al recuerdo.
La mayoría escriben concentrados y en silencio. Una sonrisa se dibuja en la cara de Tatiana, luego entenderemos por qué.
Vamos a empezar a leer y la cuestión ahora es cómo comentar el relato de l@s compañer@s: vamos a buscar tensiones, sorpresas, lugares que convoquen a expandir el relato.
La primera en leer es Lucía. Rememora un viaje en tren. Retoma las sensaciones y los sentimientos de entonces, recuerda los paisajes. ¿Qué trae este relato? Muchos dicen que se imaginaron el tren. La mayoría se asombra por lo insólito de la imagen del tren en el Cairo. “Habló mucho de la ida pero me imaginé más la vuelta, si no estaría ya cansada” comenta Tatiana. Hay quienes pensaron en alguna vivencia personal relacionada con el tren. “Me acuerdo cuando vine para Argentina y nunca había visto un tren” cuenta Naida. Observamos en el relato de Lucía, como conclusión, unas cuantas puntas desde las cuales abrir su recuerdo, expandirlo a una historia: la tensión entre dos puntos muy conocidos con un espacio lleno de mundos en el medio: el Cairo, Harry Potter, toda la gente desconocida, los pasajeros que hablan en portugués; el desfazaje entre la mirada niña y el dato enciclopédico sobre el Cairo.
Llega el turno de Tatiana. Muchos se reían mientras narraba cómo secaba de vida a las pobres babosas. Su cómplice: el hermano, su arma letal: la sal. Alguien comenta “me hace acordar a cuando alguien se muere y siempre hay quien dice –y era tan lindo…- y yo siempre me pregunto – y a las cosas feas ¿hay que matarlas? ”.
También escuchamos el relato de Viviana que nos hizo pensar en los miedos y en la confianza y seguridad que brinda la figura de la madre. Naida relaciona el tema de los miedos con el cuento de Cortázar, puede pensarse que los intrusos que van desplazando a los hermanos son sus propios miedos. A Verónica se le ocurre entonces que incluso podría llegar a imaginarse la casa como un gran útero que expulsa. “Madre, quién gritará ahora cuando cruces la calle” recuerda Dafne, citando las palabras de un poema de una amiga.
Luego lee Yanina. Ella eligió “el cordón de la vereda”. Su relato rememora a las típicas travesuras de niños en las que se juega en el límite de lo permitido por los padres. Cruzar la calle corriendo primero y luego, en bicicleta era la aventura. El encanto: “Nadie nos veía”, “peligro para los papás”… Los comentarios traen el gusto por lo prohibido y la experimentación. Surge la imagen del cordón como comienzo y se observa el increscendo de la acción. Se destaca la ambigüedad y riqueza con la que la expresión "peligro para los papás" ("peligro según los papás" / "peligro para los hijos que los padres hacen propio", etcétera).
Cada ingresante va a pasar su relato en limpio, sin pretensión de resolverlo definitivamente, o terminarlo; sí dándose permiso para incorporar todo lo que la pasada en limpio traiga de nuevo. No sabemos aún en que podrán devenir esos textos. La sorpresa quedará para el miércoles 20/2 en que serán objeto de reescritura.
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