viernes, 22 de febrero de 2008

Escritura y lectura profesional/ izable (TT)

Registro del Encuentro 7 (TT)

“Sí, fue triste… Pero pidió morir, y murió a sabiendas de que algo renacería en su lugar…” (Eva)

La clase comienza leyendo relatos de alumnos y ex – alumnos que cuentan sus experiencias de escritura en el profesorado y fuera de él, como docentes, como personas que escriben. Hablamos de que uno sigue perteneciendo un poco a los lugares, aunque ya no esté en ellos; sin duda, estos relatos que nos identifican, nos conmueven, nos recuerdan, dan cuenta de esto. Comentamos, también, que un alumno de un profesorado escribe no sólo lo pedido en las materias (monografías, exámenes, etc) sino también cosas que tienen que ver o no con ser alumnos: escrituras literarias, desde los márgenes.

Luego, pusimos en común las lecturas realizadas. Anotamos en el pizarrón los nombres de los autores: Sylvia, Eduardo, Juan, Eva, Andrea, Adrián, Bruno.Una primera voz dijo: “Me gustó la de Eva, que contaba de una revista”. Hacía referencia a Troiana fabula, una revista editada por alumnos del departamento que, como se contaba en el relato, ha muerto. La decepción de algunos alumnos (a poco de enterarse de la revista, también se enteran de su muerte) se plasmó en la pregunta: “Pero, ¿por qué murió?”. Tatiana apuntó: “Es preferible que muera a que sobreviva; es una manera de crecer”; Mechi (que había formado parte de la revista) confirmó los motivos y amplió las palabras del relato. Se habló de la escritura que intenta correrse del estereotipo, de la norma.

Dafne se identificó con el relato de Andrea. Acerca del relato de Adrián, Candela responde que “habla de aquellas cosas que lo hicieron elegir la carrera, de sus referentes escritores ”; se dijo que allí había algo de continuidad, “muere una cosa y comienza otra”. Algunos mencionan que, además, “habla del curso de ingreso, de otra experiencia de escritura como es un examen obligatorio”. Pasamos al primer texto escrito por Eduardo, del que se afirma que “tenía que borrar toda huella de lo político" para actuar políticamente durante la dictadura. Sobre el otro relato de Eduardo, Marcela comentó: “cuenta desde su experiencia como profesor lo que es el miedo a escribir; razón por la cual fue a un taller literario”. Jazmín dice que en ese taller Eduardo se reconoció como alumno. Tatiana recuerda que esto de seguir siendo alumno es algo que ella había querido rescatar en su descripción del docente (actividad de un encuentro anterior): “mi profesora era una alumna constante, ella siempre nos decía que seguía aprendiendo de nosotros”. Esto nos remite al primer encuentro del curso de ingreso (cuyo tema era la pregunta y la búsqueda del conocimiento). Candela destaca que: “él supo asumir que dentro de su profesión había algo que tenía que seguir aprendiendo”.Natalia nos lee un fragmento del texto que había marcado en relación con animarse a escribir, perderle el respeto la escritura. Cuando escribimos también hay un descubrimiento y un nuevo aprendizaje. Alguien menciona el texto de Sylvia Nogueira, profesora de Latín en el Joaquín. En el texto de Andrea también encontramos la idea de que la escritura es construcción del conocimiento, es encontrarse a uno mismo. Hablamos sobre el texto de Juan, que cuenta sobre reescrituras y relecturas, sobre nuevos sentidos. Lorena lo relacionó con lo que pasa con los libros cuando los volvemos a leer en otro momento: “a veces pensás una cosa sobre algo y después, al tiempo, otra”. Amparo dice, sobre la experiencia de Bruno: “suma más debatir en grupo, aporta más miradas, otros puntos de vista”. Alguien agrega: “hicieron los tres trabajos como si los tres fueran propios”.

A continuación, leemos entre todos, algunos fragmentos de los textos de Maite Alvarado (especialista en talleres de escritura) que aparecen en el cuadernillo. A partir de la lectura de fragmentos de estos textos surgen diversos temas: la escritura y el pensamiento no van separados; la importancia de hacer conscientes los mecanismos y procedimientos que se llevan a cabo en el proceso de escribir; la recepción diferida (en otro espacio y en otro tiempo); la distancia que permite la escritura, también en la lectura de un texto propio; escritura de exámenes y trabajos: borrar o no borrar, tachar o no tachar (y cómo tachar). Nicolás: “un profesor de literatura que tuve nos decía que no tacháramos y que no borráramos, no sabíamos qué hacer si nos equivocábamos, tenía que pensar como diez minutos cada palabra”. Alguien comenta (varios compartimos el mismo recuerdo): “una profesora nos hacía tachar con regla, una sola línea, para poder ver en lo que nos habíamos equivocado”.

Luego, pasamos al segundo momento de la clase y leemos un cuento de Silvina Ocampo, “La soga”. Recordamos, antes de leer, la escritura colectiva que habíamos hecho del cuento “Casa tomada” de Julio Cortázar, y señalamos que con “La soga” también vamos a empezar a plantear un análisis de este tipo. Analizamos entre todos el cuento, encontramos hipótesis, pensamos posibles justificaciones, comentamos lo que nos llama la atención. Rosario va volcando las voces en el pizarrón:

A partir de esto, se propone volver a los textos críticos de Mancini y Pezzoni para plantear un análisis del cuento. Se hace hincapié en que no tiene que ser un texto cerrado, pueden empezar con uno o dos párrafos. Se recomienda que no traten de abarcar todos los aspectos del cuento, que elijan un tema por donde “entrar” al texto, que planteen una lectura posible, utilizando citas del cuento y de los textos críticos para fundamentar el análisis. Otras aclaraciones tienen que ver con no contar el argumento, sino aportar un análisis propio; poner entre comillas la voz de otras personas.

RECREO

“A días de haber comenzado las maravillosas clases del curso de ingreso (...) falleció Cortázar. También, por esa época, falleció Marguerite Yourcenar. ¡Qué interesante! Dos de mis referentes literarios más importantes no sólo terminaban de respirar, sino que no iban a escribir más y yo empezaba mi recorrido por la literatura y, sobre todo, por la pretendida enseñanza de ella.” (Adrián)

Volvemos al tema del ensayo. Rosario lee “Escándalos” de Juan Gelman. Luego (en una charla coordinada por las ayudantes Rosario y Mechi) conversamos sobre el texto: qué tipo de texto es y por qué. Dicen que es un ensayo porque “hace una defensa de la poesía”, “se pregunta y se responde, llega a una conclusión” (Jazmín), “cita a distintos autores para fundamentar un punto de vista” (Dafne), “hay una marcada personalidad”, “da su opinión”. Preguntamos cómo se manifiesta en este texto la primera persona y hablamos acerca de Juan Gelman. Nos preguntamos también por qué caracteriza la poesía como "un escándalo": “porque es revolucionaria” (Jazmín), “es positivo” (Pablo), “porque nadie va entender que pida poesía y no jabón o comida” (Tatiana); concluimos en que “lo escandaloso es lo que sale de la norma, es lo extraordinario”. Dafne cuestiona: "¿por qué asociar la poesía con la belleza?"; a lo que Jazmín contesta: “todo lo que va hacia lo literario es estético”. Silvina destaca que en el texto no se hace mención al concepto de belleza tradicional, y agrega: “Gelman cita a los poetas malditos y dice que eso es belleza”. Tatiana opina: “esa cita es escandalosa”.

Silvina (ayudante) propone una consigna de escritura para trabajar con el texto de Gelman (que los ingresantes pueden enviar por mail o entregar antes del último encuentro): reescribir el texto de Gelman como género poético, transformarlo en una poesía, decir para qué sirve la poesía con (o en) una poesía. Gabriela agrega: "subvertirlo, escandalizarlo". Aclaramos que se pueden usar palabras o citas, parafrasear, crear otro texto completamente nuevo que diga de alguna manera este ensayo, jugar con la disposición gráfica, proponer nuevos sentidos.

Recordamos que para el viernes hay que traer pasado en limpio el ensayo del ensayo (para esto deben tener en cuenta que el ensayo no es una escritura que cierra, que clausura sino que reflexiona) y leer el texto de Barthes “Domici...” del cuadernillo.

Por último, retomamos las anécdotas infantiles escritas en otro encuentro, que había que llevar pasadas en limpio: cada grupo intercambió los textos entre sus integrantes. Leyeron el texto de los compañeros y le agregaron comentarios, preguntas, sugerencias para seguir trabajándolo. Cada texto se llevó el comentario de distintos comañeros. Recordamos que cada lectura es una escritura.

Pasado un rato, pusimos en común algunos textos:

  • Marcela lee el texto de “alguien” acerca de las paperas: “recuerdo las paperas como un recuerdo especial...como una fiesta porque en ese momento mi mamá estaba cerca...tenía nueve años...hasta ese momento me sentía desplazada por mi hermana...me había llegado el cuidado tan postergado: la cama, la comida...No era un fastidio, sentí que recuperaba mi lugar...tomé conciencia de lo incompleto de la relación...”

Recordamos que la propuesta ahora es que lo ficcionalicen, que lo vuelvan literario. Empezamos a hablar de la anécdota que leyó Marcela: “es más que una anécdota, pone sentimientos” (Dafne), “es como una confesión” (Tatiana). Gabriela comenta que este texto está casi contaminado con el ensayo, hay una reflexión desde el presente. Aparecen algunas propuestas de ficcionalización: “modificar el lugar en el que se ubica ella, ella siempre imaginando”; “darle la voz a la niña”; “volver a qué sintió la niña” (Candela); “una voz de la madre, donde la madre pusiera justificación de ella”. Hablamos de los puntos de vita, de que es mejor que no quede todo explicitado. “Me gustó que la enfermedad es la ocasión para el encuentro”, agrega una compañera.

  • Carla lee su texto que también es sobre las paperas: “Me acuerdo porque era noche buena...me sentía molesta, afiebrada, mi hermana estaba conmigo también enferma, pero ella dormía...mi mamá estaba seguramente sirviendo la mesa, atendiendo a la gente ya que religiosamente todas las noches buenas era así...eso era lo más terrible... ella era un ser malvado que me había abandonado...decidí gritar y chillar, pero justo eran las doce y con los cohetes nadie me escuchaba...me invadió la rabia...apareció mi mamá, la abracé llorando...”.

    Y ya habíamos trasgredido demasiado el horario, el tiempo.

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