lunes, 18 de febrero de 2008

Recuerdo de la niñez

De las múltiples hazañas que mi amigo Jorge tuvo que realizar de niño creo sin duda que la más difícil, la más compleja y la más tormentosa de todas fue la de aprender a leer. Por eso es inevitable asociar este cuaderno a ese recuerdo.

La mesa en el comedor de su casa era el terreno de batalla, en ella se desplegaban todos los elementos: lápices, cuadernos, crayones, sacapuntas entre otras herramientas.

Las tardes entre las 14, hora en que terminaba de almorzar y las 18, hora en que deseaba escapar, se tornaban eternas. Frente a la ventana enrejada, que lo hacía ver todavía más prisionero de lo que era en esos momentos, comenzaba el tormento: aprender a leer.

Su madre y principal guardiana de su educación se sentaba junto a él y lo vigilaba de cerca marcando y enmendando cada uno de sus errores. Cada error implicaba un sopapo y la posterior obligación de corregirlo. Así hasta que su cara se convertía en una orgía de moco y lágrimas unidas por el sudor. Como se puede suponer, los progresos de Jorge en su lectura fueron cada vez mejores atenuando así los castigos que recibía hasta hacerlos desaparecer. Completó la escuela primaria, la escuela secundaria, la universidad. Después de todo no fue tan mala su educación al estilo Ana Valerga.

Ezequiel Balfagon

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